Sunday, March 2, 2008

Mercado de Pulgas

Cuando me di cuenta que había reemplazado el Rexona por Raid, me convencí de que había tocado fondo.

Me encanta mi casa nueva pero cuando elegí la casa de Lola acepté un máximo de dos roommates y dos gatos. Nadie me dijo que además, tenía que compartir mi techo --y peor aún, mi sangre-- con otros seres. Creo firmemente en la convivencia pacífica; no soy activista de Greenpeace pero respeto la vidas de otros animalitos; a los gatos no los dejo entrar en mi cuarto pero siempre estoy pendiente de que su platito de comida esté lleno. Pero no aguanto pulgas, literalmente.

Una semanas después de haberme instalado en el ph de la calle Billinghurst, tengo un mapa trazado sobre la panza y cada pierna. Une los puntos y descubrirás... un lindo abstracto, un Pollock con todo y chorreadita de pintura. En dos etapas: la primera trazada antes de irme a Lima y la segunda como lindo regalo de bienvenida. Las pulgas de Lorenzo y Loqui me están volviendo loqui a mí. El jueves, en un ataque de desesperación, corrí a mi doctora para que me recete algo. Un Xanax me habría venido bastante bien, pero me conformé con una pomadita antibiótica y la resignación de tener una sangre con pH "pulga friendly". Gracias a Dios la pomada funciona, el Raid de latita morada también, así como mi voluntad inquebrantable de barrer el cuarto cada mañana. Mi mamá estaría hinchando el pecho de orgullo.

Parece que hasta el momento vengo ganando la batalla. Las picaduras están cada vez más pequeñas y aunque aún no me atrevo a ponerme una falda, creo que mi sangre es nuevamente mía, y sólo mía.